Novela vampirica

miércoles, mayo 10, 2006

Capitulo II

Gabriel pudo sentir que algo andaba mal. La conexión síquica que tenia con Alexandra le decía que ella Coria peligro.

Rápidamente salió del hotel en que estaban hospedados y corrió por las azoteas y tejados como el viento, pensando, meditando, incluso orando porque nada le hubiese pasado a la muchacha. Los recuerdos llenaron su mente. Recordó esa noche 15 años atrás cuando Alexandra llego a su casa medio muerta 2 días después des u misteriosa desaparición.

Ella había tocado la puerta sin saber muy bien quien era y que le había ocurrido, pero de alguna forma llego a aquella casa conocida.

Gabriel la había cuidado, acostado y revisado por heridas y encontró horrorizado la marca de los dientes en el cuello.-”No puede ser” había pensado-”esas criaturas no existen”, mientras Coria, una leve sonrisa se dibujo en su cara “Por supuesto que existimos”-dijo para si.

Los recuerdos volvieron. Había sido un anoche larga, no sabia que le iba a suceder a Alexandra, joven alguna vez llena de vida y energía, yacía ahora en la cama. Cerró las cortinas, investigo en su computador, reviso su biblioteca. Durante horas se dio vueltas por la casa, hasta que finalmente se decidió. Acerco un trozo de carne a la cara de la joven y vio asombrado como sus hermosos ojos cafés se tornaban de un extraño verde, casi brillantes y sus colmillos tomaban esa característica forma alargada. La visión no fue agradable. Ver a la mujer que amaba alimentándose del animal crudo, pero la vida parecía volver al rostro aun pálido a medida que bebía la sangre.

Gabriel se concentró en su camino, un edificio, otro, una avenida que cruzó de un salto. Amparado en la oscuridad, corría veloz por aquellos lugares alejados de la luz, predominante allá abajo cerca del suelo, donde vivían los humanos.

Siguió recordando lo sucedido aquella noche: tras recuperarse un poco, Gabriel se había encargado de explicarle a Alexandra que era, en que se había convertido. Recordó las palabras que ella le había dicho:-” ¿Estoy muerta?”. No pudo responderle. No lo sabia y eso lo atormento. Salió al balcón y vio el que a la postre seria el ultimo amanecer que vería. Gabriel recordaba muy bien esa imagen. Sabía muy bien que era muy probable que jamás viera algo así otra vez, y atesoraba el recuerdo.

Tras una larga discusión Con Alexandra durante el día, finalmente la convenció.

Gabriel juro protegerla durante toda la eternidad y así Alexandra probó por primera vez la sangre humana. Había sido su decisión dejar su humanidad atrás y lo sabia bien, así como también sabia que de no ser por eso Alexandra no habría sobrevivido y jamás habría probado aquel liquido vital que luego exprimiría casi con furia de mas de algún inocente.

El joven se detuvo, oía extraños murmullos que venían hacia él y estando donde estaba solo significaba una cosa: Vampiros.

Se puso en posición de batalla, puso la mano sobre la espada, una fina katana japonesa, y fijo su vista en la oscuridad.

Los murmullos empezaron a acercarse y a hacerse voces claras: ¡Kokushitenshi!¡Kokushitenshi!, una de serie de ráfagas pasaron por el lado de Gabriel, pero nadie lo atacó.

Sabia que los vampiros orientales podían ocultarse en las sombras incluso al os ojos de otros vampiros, pero generalmente lo hacían en silencio para no delatarse. ¿Tendría algo ese extraño nombre? Sabia que había escuchado la palabra antes, pero no sabía donde. Sin embargo le causaba escalofríos, mas aun después de vera todo un grupo de vampiros huir así.

Pero esa noche le tenía preparado más de un susto.

Al mirar al horizonte vio aquella luz rojiza, que teñía de sangre la noche.”¡Fuego!” Alexandra se encontraba en esa dirección. Enfundo y corrió más veloz, solo para ve runa bodega en un callejón completamente en llamas. No había rastros de cadáveres, y tampoco de la mujer. Alzó la vista y sintió la presencia allá arriba, en algún lugar cercano.

Alexandra sea legro al ver a Gabriel, necesitaba estar cerca de él, tener alguien a quien abrazar, sobre todo ahora. Se acercó, lo abrazó y lo besó.

Entonces le dijo: “Él estuvo acá. Andrei estuvo acá“. Los ojos de Gabriel se desorbitaron.

Se alejo un par de pasos, mirándola buscando una herida, y además tratando de ocultar su miedo, pues había recordado que significaba Kokushitenshi: “Ángel que anuncia la muerte”, aquel que va señalando a quienes han de morir.

Le habían dado el nombre de Azrael a un vampiro y sabia que tarde o temprano iba a tener que enfrentarlo si quería proteger a Alexandra, esta vez, de ella misma.